17.12.05

Maldita belleza



La sonrisa de la Mona Lisa "expresa un 83 por ciento de felicidad, un 9 por ciento de desprecio, un 6 por ciento de miedo, y un 2 por ciento de ira", dice un cable de EFE que, a su vez, transcribe una nota de la revista de divulgación científica New Scientist. El artículo resume los resultados de un estudio hecho por un rumano, profesor de la Universidad de Amsterdam, a partir de un software diseñado en la Universidad de Illinois.

(Hay que decir, aunque esta precisión no cambie demasiado las cosas, que el cable de EFE traduce como "desprecio" lo que en el original es, más bien, "disgusto", "molestia", o incluso "asco": "Mona Lisa was a 9 per cent disgusted", dice en New Scientist).

Quizá eso explique por qué Jules Michelet decía "ella me atrae, me enferma, me consume; me acerco a ella a pesar de mí mismo, como el ave a la serpiente", y por qué tanto E.M. Forster como Oscar Wilde coincidían, también, en describir a la Gioconda con rasgos contradictorios: era la dueña de un secreto que ella misma desconocía (pensaba Wilde); era la dueña de un secreto que jamás nos querría revelar (pensaba Forster).

Hace pocos años, una neurocientìfica de Harvard propuso la idea de que la Mona Lisa cambiaba de sentido según dónde uno posara la mirada: la distribución del foco de la visión central permitía percibir, con la visión periférica, una cierta expresión en el rostro de la mujer, que cambiaba por completo si el foco central se desplazaba a otro punto del cuadro (las dos áreas clave eran los ojos y la boca): la Gioconda era un complejo sistema de significados que aparecían y desaparecían de acuerdo con la mirada del observador. (Una mejor explicación, aquí).

Esto es interesante: si uno las lee con cuidado, estas y otras observaciones acerca del cuadro de Leonardo y acerca de su protagonista parecen no sólo hablar sobre una obra de arte en particular. Parecen, más bien, fragmentarias poéticas del arte en general, brevísimos resúmenes de lo que el arte es y de cuál es la atracción que ejerce sobre nosotros: el fomento de la contradicción, la inoculación de la duda, la intuición de significados siempre mayores de los que uno llega a entender con claridad, la atracción y el rechazo, la mirada que debe atender a lo aparentemente secundario para comprender lo central, y que, aún así, nunca llega a certezas absolutas.

2 comentarios:

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Interesante nota. Una pequeña pero importante aclaración, sin embargo, sobre el trabajo de Livingstone. Ella no "propone la idea" de que la sonrisa de la Mona Lisa cambia según el foco. Eso ha sido conocido por siglos. Lo que propone es una explicación de por qué pasa eso. El reporte original está aquí:
Livingstone, M. Is It Warm? Is It Real? Or Just Low Spatial Frequency? Science 17 November 2000. 290, 1299

Anónimo dijo...

A mí me parece que la Gioconda está cansada o resfriada y mira a Leonardo con condescendencia… Como quien le dice: « ¡Pobrecito!, dejaré que me retrate aunque me sienta mal, porque lo veo tan ilusionado». O serán ideas mías…