10.5.06

La cultura y las telarañas

En Inquisiciones, su columna de La República, Abelardo Oquendo ha publicado un texto muy duro en sus observaciones acerca de la desidia y el conformismo de la mediocridad en algunos círculos ligados con la producción de arte y cultura en el Perú.

El artículo, que se refiere de modo particular a la forma en que, tras tantísimos años de declive y pauperización de la Orquesta Sinfónica Nacional, sólo ahora que se plantea una reforma radical de la misma aparecen voces de queja, voces que guardaron respetuoso silencio durante los años de agonía y congelación. Oquendo concluye con este párrafo acusador y elocuente:

"
¿Qué significa que ese conjunto que ostenta el título de Orquesta Sinfónica Nacional se limite, casi exclusivamente, a conciertos matinales los días domingos, realizados en un auditorio improvisado dentro del Museo de la Nación al que acuden un promedio de 400 personas, calculando generosamente? Tocar para 400 oyentes semanales en una ciudad que excede los 7’000,000 de habitantes equivale a tocar en la clandestinidad. Sin embargo, esta existencia fantasmal de la OSN ha transcurrido ante la indiferencia de todos durante largos años. De todos, incluidos el INC, la comunidad musical académica del país y, por cierto, la de los propios músicos de la orquesta, notoriamente cómodos en su plácida mediocridad".

Es cierto que nada perjudica tanto a un medio cultural como el pasmo y el conformismo, y cuando esa conformidad se da no ante la acumulación de logros sino ante la medianía total, ante la improductividad y la carencia de retos y expectativas, entonces se torna en tragedia.

Cuando apareció Puente Aéreo, dicho sea de paso, los primeros posts de este blog estuvieron dedicados a ese tema: cómo puede florecer, por ejemplo, la literatura, en un medio donde hasta varios escritores suelen parecer iletrados, o comportarse como si lo fueran, cuando no promueven la ignorancia directamente, o la encomian; un medio en el que gente de una precariedad intelectual intergaláctica escribe reseñas o columnas culturales en periódicos y revistas y donde la verdadera crítica literaria suele estar marginada a publicaciones cuyo tiraje nunca supera los trescientos o cuatroscientos ejemplares; un medio en el que se han extinguido los grandes estímulos culturales, los concursos literarios de algún mérito, los premios nacionales, etc; un medio en el que cualquier chispa de debate se transforma en un ventarrón de insultos, pequeñeces y odios mezquinos y secundarios.

Oquendo finaliza su artículo con este llamado: "
Habría, pues, que aprovechar este aparente despertar del interés por la OSN para, a partir de él, iniciar un debate sobre la realidad y el sentido de la cultura artística hoy, aquí, y el papel que les cumple a la sociedad y al Estado"... Puente Aéreo está abierto para quien quiera decir algo sobre el tema.

Fotomontaje: gfp.

14 comentarios:

Gustavo Faverón Patriau dijo...

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ARTÍCULO DE ABELARDO OQUENDO

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La OSN como síntoma
Abelardo Oquendo

La medida adoptada por el Instituto Nacional de Cultura para reorganizar sus elencos y dotarlos de una capacidad de gestión que impulse su perfeccionamiento y haga posible su desarrollo está dando lugar a objeciones y cuestionamientos. La discusión se ha centrado en lo que concierne a la Orquesta Sinfónica Nacional. Así, de pronto, ese elenco, poco menos que olvidado por el público, ha recobrado interés y hay quienes levantan su voz por una orquesta que ha venido viviendo un declive de más de un cuarto de siglo sin que nadie diese muestras de advertirlo y a nadie pareciera preocupar.

A nadie, excepto al INC a partir de la gestión de Leonor Cisneros, quien nombró una comisión técnica que solucionase los problemas de mayor urgencia que afrontaba la OSN. Uno de sus miembros, Armando Sánchez Málaga, asumió entonces la dirección de la orquesta. Pero los problemas de fondo subsistieron pese al plausible trabajo de su nuevo director. Se trataba, obviamente, de problemas que requerían soluciones de fondo también.

Las que ha adoptado la actual administración del INC tienen ese carácter. Por eso, al margen de que se convenga o no en las medidas adoptadas, y sin ignorar la necesidad de su discusión, debe reconocerse la pertinencia y la validez del propósito de poner fin a décadas de maquillar la realidad, de hacer la vista gorda para evitar problemas. Y debe reconocerse, asimismo, que el prolongado y consentido declive de la orquesta no es ajeno al de otras expresiones de la alta cultura en el país. El que afecta a la música académica es, sin duda, el más profundo y más grave. Al punto que podría decirse que esa música ha dejado de tener, en vivo, existencia entre nosotros. La propia orquesta por la cual hay ahora quienes se inquietan es poco más que una suma de carencias: de instrumentistas de primer nivel, de instalaciones, de presupuesto, de repertorio, de público, de real presencia en nuestra vida cultural.

¿Qué significa que ese conjunto que ostenta el título de Orquesta Sinfónica Nacional se limite, casi exclusivamente, a conciertos matinales los días domingos, realizados en un auditorio improvisado dentro del Museo de la Nación al que acuden un promedio de 400 personas, calculando generosamente? Tocar para 400 oyentes semanales en una ciudad que excede los 7’000,000 de habitantes equivale a tocar en la clandestinidad. Sin embargo, esta existencia fantasmal de la OSN ha transcurrido ante la indiferencia de todos durante largos años. De todos, incluidos el INC, la comunidad musical académica del país y, por cierto, la de los propios músicos de la orquesta, notoriamente cómodos en su plácida mediocridad.

Habría, pues, que aprovechar este aparente despertar del interés por la OSN para, a partir de él, iniciar un debate sobre la realidad y el sentido de la cultura artística hoy, aquí, y el papel que les cumple a la sociedad y al Estado.

Pedrop dijo...

En lo que se refiere específicamente a la Sinfónica Nacional, Sánchez Málaga tiene más relación con los problemas que con las soluciones. El revuelo alrededor de la Sinfónica parte de la oposición de Sánchez Málaga a la reorganización de los elencos. Sánchez Málaga fue invitado a participar en ésta y se negó; ahora la presenta a los medios como un complot secreto para privatizar la sinfónica (exactamente el mes en que le tocaba dejar su puesto a disposición del INC). La reorganización en buena parte permitiría fiscalizar las acciones de personajes como éste, acostumbrados a manejar instituciones del estado como su fuesen su hacienda y a mantenerlas en la mediocridad (y “mediocridad” es casi un halago en este caso).
Para colmo, la versión de Sánchez Málaga ha llenado la prensa en los últimos días. Perú 21 no ha sido la excepción, con un artículo lleno de insultos donde Alonso Alegría muestra ser más amigo de Sánchez Málaga que de la verdad.

http://www.peru21.com/Comunidad/Columnistas/Html/2006-04-23/Alegria0494024.html

Pedro Pérez del Solar

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Hola, Pedro, por fin te animas a comentar. Yo estuve a punto de escribir algo sobre este tema cuando leí el artículo de Alonso Alegría, que es, como creo que todos saben, un fosforito arbitrario y obnubilado que rara vez alcanza a dar pie con bola en sus comentarios. En la bronca de criollos y criollazos, fue el más exaltado y el menos racional, y sus intervenciones fueron en gran parte responsables de transformar el posible debate en un lío personal. Las cosas que escribió sobre Pablo Sabat, de quien no debe de saber nada más que lo que sus amigos le han dicho, fueron injustas y arbitrarias.

Renzo Augusto dijo...

El "problema" de la OSN es el problema de la cultura en general en el Perú. A lo mejor no es tanto un asunto de "mediocridad" y desgano de los agentes culturales, sino, quizá, que el nuestro es un país de 24 millones de habitantes, de los cuales 12 viven en situación de pobreza y 6 en extrema pobreza. El asunto es muy simple. Si la mayoría de la población no tiene ni siquiera sus necesidades básicas cubiertas ¿cómo pedirles que se interesen por la música de la OSN, las pinturas de Szyslo o las novelas de Vargas Llosa? El poco dinero que tienen es para malcomer, cuidar a duras penas su salud y (mal)educarse...Por cierto, ¿y que sucede con la "cultura popular"? ¿toda “cultura” pasa necesariamente por la música clásica, la pintura abstracta, los libros clásicos y de vanguardia y muchas otras formas de la denominada “cultura de élite”? Dejo esta pregunta a quien se anime a responderla.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Aún en el supuesto de que sólo la gente que ha solucionado sus problemas económicos se dedicara a la producción o el consumo de cierto tipo de bienes culturales (lo cual es falso), según tus propias cuentas habría unos seis millones de peruanos --el doble de la población total de Uruguay-- en capacidad de hacerlo, lo que, precisamente, haría que todas esas cifras se volvieran irrelevanes para explicar el problema.

En cuanto a los productos culturales populares que mencionas al final: no parece que estén atravesando por ningún problema, ¿no? ¿O te parece que la producción de tecnocumbia o los "montajes" de los cómicos ambulantes han decaído tanto en número que el Estado o la sociedad civil deberían tratar de promoverlos?

Daniel Salvo dijo...

Quizá sea el momento de darle una mirada al vilipendiado marketing. A veces uno suele leer comentarios bastante ácidos respecto a tal o cual escritor "por que busca marketearse". ¿Lo optimo sería entonces escribir y guardar lo escrito en el último cajón del escritorio, o en un diskette, para que se publique cuando el escritor muera?
José B. Adolph publicó un artículo de lo más sugerente en CARETAS. http://notaszonadenoticas.blogspot.com/2006/05/gore-vidal.html

Renzo Augusto dijo...

NÚMEROS: si tenemos 6 millones de personas que, aparentemente, pueden producir y usufructuar bienes culturales, entonces tendríamos esperanzas. Si, como dices, los números son irrelevantes para explicar el problema, y esos 6 millones permanecen aún en la anomia cultural, entonces el problema estaría ligado a un asunto más grave.
CULTURA E IDENTIDAD: Aparentemente, la mayoría de esos 6 millones desconoce o no tiene interés en la “cultura” tal y como tú y yo la conocemos. Saben que existen libros, novelas, obras de teatro y música clásica, pero no los consumen. ¿Qué ocurre? ¿Es culpa del estado que no promueve la cultura o será quizá que, aún promoviéndola, ellos no sienten a esas formas culturales como algo ligado a ellos y a sus imaginarios?
UN CASO, ESPAÑA: Acabo de bajar del metro hace unos minutos. Todos los días al viajar en él veo a señoras con sus bebés leyendo un libro, a administrativos ojeando lo nuevo de Falcones de Sierra o a estudiantes obnubilados entre las páginas de Kapuscinski. Para ellos la cultura es algo común, frecuente, aprehendido y aprendido. Se remonta a sus orígenes cómo pueblo y civilización, está ligada a ellos desde siempre, es suya.
PERÚ: Si en nuestro país abundan las expresiones de cultura popular y la mayoría se siente ligada a ellas, quizá habría que repensar la manera de acercarles la cultura. Quizá no sea buena idea desdeñar manifestaciones culturales como la tecnocumbia o la comicidad ambulante. Es ésa una visión eurocentrista (por tanto, occidental) y “correcta” de la cultura. Mozart, Miguel Ángel, Platón, Cervantes…tú y yo disfrutamos y nos sentimos ligados a ellos por nuestra propia formación que no es, necesariamente, la de la mayoría. La palabra clave es EDUCACIÓN (así, con mayúsculas). ¿Queremos difundir la cultura? EDUQUEMOS, primero. Démosle a las personas un abanico amplio de posibilidades, la capacidad de formar su propio criterio y la posibilidad de que ellos elijan que tipo de bienes culturales desean consumir, ya sea lo último de Shakira o la última novela de Philip Roth.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

No entiendo. Si lo que estás diciendo es simplemente que cada persona (no me gusta decir "ellos", ni "démosles": suena paternalista) tiene derecho a consumir lo que quiera, de acuerdo. Si lo que dices es que de verdad da lo mismo si es Philip Roth o un cómico ambulante, o si es Bach o Susy Díaz, pues, no eso tiene el menor sentido.

(Tampoco entiendo por qué supones que la tecnocumbia o los cómicos ambulantes son ajenos a la cultura que llamas eurocéntrica. ¿Cuál es la idea? ¿Son de la cultura andina acaso? ¿Hay algo más típicamente urbano y occidental en general que el humorista popular de plazuela, dedicado, además, a mofarse de los migrantes por sobre todas las cosas? ¿Las culturas híbridas latinoamericanas no son acaso absolutamente eurocéntricas?).

O sea que tú y yo disfrutamos con Platón pero los demás deben tener la libertad de decidir que mejor es Piltrafita el cómico ambulante, porque, si no, estamos siendo unos occidentalistas avasalladores. No entiendo.

Daniel Salvo dijo...

Actualmente, vivimos en un contexto dominado por la televisión. Para mucha gente, lo que existe es lo que aparece en televisión, o siendo menos alarmista, lo IMPORTANTE es lo que aparece en televisión.
Ahora bien, en Perú, la cultura (eurocéntrica, andina, africana, musulmana) aparece en ciertos canales de cable y uno que otro de señal abierta, y en horarios y días específicos. No es un contenido que aparezca todos los días y a cualquier hora.
De manera que una posible vía de fomentar la cultura (en todas sus manifestaciones) es hacerla aparecer en tv., como aparecen las ofertas de artefactos u otros bienes de consumo. ¿Por qué? Por que para muchas personas que no ven otra cosa que tv, la cultura no existe o no es para ellos. No es importante. Pero si comienza a aparecer de manera más asidua en la tv., "aparecerá" también en su universo.
Aquí cabría esperar no tanto la "ayuda del Estado", sino que los productores de cultura (escritores, musicos, editoriales, etc) inviertan en ese medio, invadan la tv.
¿Alguien ha visto alguna vez un comercial de una librería, o de alguna editorial respecto a su último libro? Por supuesto que eso incrementaría el precio del producto, pero solo el analfabetismo es gratis.

Renzo Augusto dijo...

Sencillamente, intento decir que la cultura occidental no debe ser el referente para decidir qué es cultura y qué no lo es. De acuerdo,la cultura popular latinoamericana es híbrida, pero, por tanto, también es diferente y merece tantas posibilidades de difusión como cualquier otra. ¿Por qué Piltrafita llega más al "corazón" de la gente que, digamos, Schopenhauer? Por eso digo que, antes de pensar e difundir cualquier tipo de cultura, pensemos primero en educar y dar herramientas a las personas para que puedan apreciar y disfrutar cualquier tipo de manifestación cultural.
Me quedé pensando en lo que dijo Daniel...¿y si todos los canales eliminaran las telenovelas, los programas de humor chabacano o los enlatados de hace mil años?¿y si los reemplazaran por programas más educativos y/o culturales?¿se vendría abajo el famoso "hay que darle lo que le gusta a la gente"?¿les terminaría gustando la cultura?¿Genaro, Baruch y demás empresarios lo tolerarían? ¿cuántos escritores y artistas están en la posibilidad de desembolsar miles de dólares de sus bolsillos? la cultura no "vende" en TV (al menos, la peruana)...

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Sigo sin entender. No creo que exista ninguna cultura que no sea híbrida, y eso incluye a lo que llamas cultura occidental. Salvo que creas que la cultura catalana es similar a la sueca o que pienses que los noruegos se parecen más a los españoles que nosotros.

Daniel Salvo dijo...

No soy un especialista en definir la cultura, y difícilmente podría dar una definición útil. Pero creo que la población en general (incluyéndome, obviamente) tiene una noción de cultura que es mas o menos coincidente. Sabemos que el tipo que le menta la madre a otro en un parque puede hacernos reir un rato, pero no lo asociamos a la idea de cultura.
A la pregunta que se hizo, ¿Por qué Piltrafita llega más al "corazón" de la gente que, digamos, Schopenhauer?, habría que precisar cual es el mensaje de Piltrafita y cuál el de Schopenhauer. De repente Piltrafita es un Schopenhauer sin cartón. Pero también puede ser que le mente la madre al público. Y ver si eso realmente le llega al corazon al espectador.
Creo que la discusión sobre la definición de cultura es de lo más interesente, pero más urgente es hacer que la población se interese por la misma, la considere de nuevo un bien valioso por el que vale la pena soltar dinero. Disculpen la repetición, pero solo la incultura es gratuita.
Un medio que "devuelva" la cultura a la percepción de la población es, obviamente, la tv. La gente vive lo que la tv. dice que es vida. Notese que los aparatos del TV se están haciendo MAS GRANDES cada vez. Ya que no hay a donde huir de la pantalla, utilicésmola.
En los años 80, aunque no se crea, en la TV pasaban propagandas de libros. No es que hubiera "programas culturales", sino que la empresa Edivisión pasaba a cada rato comerciales de sus libros (El no nacido, 2010 odisea 2, Los renglones torcidos de Dios). Como cualquier propaganda, lograba que uno se aprendiera las características básicas del producto. Y que se vendieron esos libros, se vendieron (hasta en Ica...). Recordemos también que Clayderman vendió su versión de música clásica gracias a ¿comentarios en revistas de música? ¿internet? ¿opiniones del Conservatorio o la OSN? Nunca sabré que le veía la gente, pero que se vendió, se vendió.
Por hablar solo de libros,las editoriales actuales deberían incluir en su paquete de actividades la promoción en tv. ¿Cómo funciona actualmente? Editan el libro, convocan a una ceremonia de "presentación", invitan a periodistas... y cruzan los dedos para que salga una reseña en los periódiocos. ¿Resultado final? Remate en Quilca.
Podría remediarse, pero se supone que las editoras, empresas con fines de lucro, deberían ver la manera de ganar dinero con su producto.

Renzo Augusto dijo...

Soy un convencido de que la cultura es producto de una sociedad económica y socialmente desarrollada. No digo de que en un país pobre ella no exista (el nuestro es prueba de eso) pero una amplia difusión de ésta es sólo posible en una sociedad con los suficientes medios y recursos económicos para emprender una tarea de ese nivel. Eso lo veo todos los días. Acá, la cultura está integrada a la sociedad, es parte vital de ella y los gobiernos destinan una parte importante de sus presupuestos en su difusión. Por eso siempre voy a insistir en que nuestro país necesita primero resolver sus problemas de pobreza y desarrollo...el desarrollo cultural no sería sino una consecuencia de ello.
Sobre la TV, no digo que ella no sea un importante medio de difusión pero la realidad es que en ella (al menos la de señal abierta) la cultura no cuenta no porque sea despreciable, sino porque a muy pocos les interesaría el tema. Incluso, la TV no es más que un reflejo de la sociedad en la que existe. La calidad de su programación va de la mano con la idiosincrasia, gustos e imaginarios de sus públicos nacionales…en fin, hablar de la TV es un tema muy vasto y que da para toneladas de tinta (real y virtual).

Daniel Salvo dijo...

Cierto es, hablar de la tv da para mucho. Pero no es tanto la tv el tema, sino su utilización. Y a mí me extraña mucho que se exhiban propagandas de todo tipo de productos, menos de libros (por poner un ejemplo de "bien cultural"). No se, eso de que necesitamos resolver primero los problemas de educación y desarrollo es tan cierto como impreciso: todos sabemos que es necesario pero no sabemos cómo.
Mientras resolvemos el como, creo que debemos centrarnos en propuestas más modestas y factibles.