18.8.06

Venenos

Una vez hace años, yo tendría diez o doce, supongo, estábamos toda la familia, una tarde de fin de semana, en la casa de un tío, hermano de mi madre, y estaban allí también varios hermanos de mi tía, su esposa, entre ellos César Hildebrandt, a quien yo, a esa edad, solía mirar como si fuera una especie de ser sobrenatural, engendrado en la televisión y las revistas y sólo eventualmente encarnado en el mundo real.

Yo era el personaje más tímido en una familia de gente habladora, y
César, sin cámaras cerca y en grupos numerosos, según me dicen, tendía también a silenciarse y recluirse un poco en sí mismo.

Por eso no fue tan sorprendente que esa tarde, cuando los primos y los tíos comenzaron una vez más a exigirme que hablara, que dijera algo, aunque fuera un par de frases para comprobar que tenía lengua y cuerdas vocales,
César fuera el único en salir con una defensa inmediata y juguetona: "Gustavito sabe que uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice".

Le guardo cariño a ese recuerdo que seguramente sólo yo conservo, e intuyo que al mismo César le debe haber sido útil esa idea en una profesión donde decidir qué se dice y qué se calla suele ser la pregunta ética más recurrente y más crucial.


Al mismo tiempo, sin embargo, tengo la impresión de que alguien que se gobierna siempre según esa norma, acaba por ser demasiado enigmático y difícil de conocer. Por eso, como espectador y lector de César, no deja de resultarme gratificante saber que hay un terreno en el que nunca aprenderá a modular sus comentarios, y siempre dirá lo que sea que le venga a la mente, incluso si lo que le viene a la mente es una serie de insultos sin justificación y aborrecimientos sin medida: cuando habla de literatura --terreno en el que alguna vez ganó un premio de cuento y publicó una novela que lectores y críticos pasaron por alto--, César es esclavo de lo que siente.

Ahora escribe diariamente en La Primera. Cuando se refiere a cualquier tema no literario, es venenoso, agudo y muy sensato; cuando escribe sobre literatura, es sólo venenoso y destila un odio que resulta difícil de comprender. Pero ojo, que en ese terreno de pasiones hiperactivas el veneno suele terminar emponzoñando a quien lo porta y no a quien es mordido. Yo, de todas maneras, confieso que lo leo cada mañana.

Imagen, gfp.

28 comentarios:

Daniel Samanez dijo...

¿Por qué te resulta difícil de comprender?

Hace años Hildebrandt entrevistó a Bryce en su programa televisión. Era claro que para el primero existe una argolla literaria que perjudicaba la literatura peruana y que para Bryce se trataba solo de un problema un grupo de amigos (sus amigos) y un grupo de resentidos.

Si Hildebrandt tiene cólera es todo menos difícil de comprender. Recordemos las
situaciones que Julio Ortega señala
y que
Thays también recuerda
. Si desde su punto de vista no se ve una argolla en la literatura peruana no se que mas podría ver… bueno, aparte del grupo de amigos del que le hablo Bryce.

Creo que esto ilustra de manera muy clara el mayor problema de la argolla literaria o, para los sensibles, del amiguismo. Imposibilita la perspectiva con la que se debe examinar un trabajo literario. Hace que no sea posible fiarse con facilidad de la independencia y capacidad de análisis de los críticos, para no hablar de los autores.

La argolla imposibilita una retroalimentación crítica confiable. No es posible saber si las opiniones respecto a una obra literaria e incluso sobre un autor son producto de pasiones y cartas de adhesión o de una apreciación racional. Y esto perjudica tanto al autor como al lector.

Yo creo que este tipo de divisiones culturales y sociales nos vienen de muy atrás, desde la
colonia
, y sin duda logran aquello para lo que fueron diseñadas: mantenernos divididos y peleándonos entre nosotros. Y se multiplican en todos los estratos y compartimientos de nuestra cultura y sociedad.

Ivan Thays dijo...

Solo quería recordar que esa carta fue muy puntual y se refería, específicamente, a unas declaraciones de Hildebrandt según las cuales Fernando Ampuero había mentido acerca del cáncer que lo aquejaba. ¿Le hubiera gustado, quizá, a César Hildebrandt que Fernando Ampuero muriese para comprobar que sí estaba enfermo?

Para quienes conocemos a Fernando Ampuero y sabíamos de su enfermedad, y celebrabamos que ésta haya sido al fin controlada, la especulación de Hildebrandt era un exceso injustificable incluso en el contexto de la discusión que ambos tenían en ese momento, y en la que ni yo ni ninguna otra persona terciamos.

Por lo demás, la carta fue firmada por personas como Blanca Varela y José Watanabe, cosa que ha sido soslayada por aquellos que desean sostener que esa muestra de apoyo ante un exceso es la prueba de un "acta" que anuncia una mafia detrás.

Luego de esa carta, en el diario Liberación que dirigía Hildebrandt se publicaron sendos artículos en los que se insultaba violentamente a los que firmamos esa muestra de apoyo (que no ofendía nadie sino que rechazaba una calumnia concreta), ridiculizando no solo nuestras obras sino nuestra condición social, racial e incluso nuestro aspecto físico. Esas cartas estuvieron firmadas por escritores que apoyaron incondicionalmente a Hildebrandt y alababan su obra en artículos pagados por el diario que él era director (mientras que la carta que firmamos fue enviada a los medio como correspondencia, no como artículo).

Entonces, cuando dices "No es posible saber si las opiniones respecto a una obra literaria e incluso sobre un autor son producto de pasiones y cartas de adhesión o de una apreciación racional" ¿a qué mafia te refieres? ¿a un grupo de amigos y conocidos de un autor que rechazan que éste sea ridiculizado públicamente en temas tan serios como una enfermedad mortal, o al grupo de escritores pagados para atacar a otros y levantar la obra de quien les paga el sueldo?

Aunque supongo que para las personas que no solo amparan sino que hasta celebran que exista un blog donde anónimos lanzan insultos antisemitas, racistas, clasistas y sexistas, además de calumnias, mostrar apoyo a una persona a la que se le ofende por una "minucia" como el cáncer es una ridiculez.

Daniel Samanez dijo...

En tu comentario haces una pregunta y una insinuación que se ve bastante (mejor adjetívala tu mismo) dentro de la suposición en que la colocas.

Respecto a tu pregunta, mejor lees otra vez mi comentario por que creo que en el esta la respuesta. Si acaso no es clara por favor me dices y te explico con más detenimiento.

Respecto a tu suposición, ¿Cómo es que yo creo que “mostrar apoyo a una persona a la que se le ofende por una "minucia" como el cáncer es una ridiculez.”?

Respecto tu insinuación te agradeceré que digas las cosas con claridad: ¿Amparo y celebro yo un blog en el que anónimos lazan los insultos que tanto adjetivas? ¿Cómo es que hago eso?

Por ultimo, creo que corresponde que des respuesta a la pregunta que surgió en este blog hace unos meses: ¿Por qué no entrevistas en tu programa a Gutiérrez y a Castro aun cuando encuentras su obra de valía? Sobre Iparraguirre tengo entendido esto (confírmame si tengo la impresión correcta): aun cuando su libro te parezca interesante, el te parece "moralmente repudiable" y esa es razón suficiente para que tu programa, el único espacio de literatura y libros en la televisión peruana y que además es transmitido y financiado por el canal del estado, no lo incluya.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

A Daniel Samanez: después de meses regresas a formular una pregunta que ya se hizo y ya se respondió mil veces en este mismo blog. Te ruego que dejes ese tema o le des espacio en tu blog, para no entrampar una vez más el diálogo en este.

En cambio, parece justo que respondas las preguntas de Iván en lugar de decir que ya están claras en tu texto. Si lo estuvieran, nadie te estaría preguntando nada.

Daniel Samanez dijo...

Gustavo Faverón:

La pregunta que le hago a Iván sobre su programa nunca la respondió. Más bien calló no una si no mil veces. Y si alguien tiene que responder es él, no tú u otra persona especulando sobre sus razones. Siendo su programa uno en televisión publica, siendo él una persona publica y siendo sus decisiones sobre incluir a esto autores en su programa concernientes al espacio público corresponde que sus repuestas sean públicas. La verdad no veo como eso no te puede parecer “justo”. Más aun si me cuestiona en un espacio publico ¿Por qué no puede responder a esta pregunta? ¿O crees que solo él puede hacer preguntas?

Sobre la pregunta de Iván, insisto: lo que tendría que responderle está en mi texto original. Si no lo entiende o lo entienden mal es por que sucede lo que mi texto señala: la argolla imposibilita la perspectiva con la que se debe examinar un texto. Iván me pregunta a que “mafia” me refiero: si a la mafia de suya o a la mafia del otro. Me refiero a las dos si él quiere llamarse mafioso y considerar a su contraparte mafiosa también. Pero la verdad no me interesa insultarlo a él o a su contraparte. Me interesa notar como este proceso inutiliza la capacidad de análisis. Su respuesta y la tuya lo dejan bastante claro.

Por mi parte espero las aclaraciones respecto a la suposición y a la insinuación que hace en su comentario.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Te propongo, una vez más, el espacio público ideal para que ventiles tus teorías conspirativas y preguntes lo que quieras preguntar: tu blog.

Anónimo dijo...

Es la quinta o sexta vez que encabezo mis comentarios con la palabra “lamentable”. Que el señor Faverón, utilice subterfugios varios para evitar la discusión de un tema prioritario, (que su miopía ética desdeña u olvida), no es lamentable, sino es la ratificación definitiva de todas nuestras dudas. No existe mayor expresividad que su silencio. Incluso, si el señor Faverón insiste con fruición de adolescente en negar o evitar una discusión seria (claro, descubrir la identidad de “La Vaca Profana” o de algunos bloggers hediondos, son cuestiones más importantes), sería infantil obviar la ligazón entre su post y los juicios del señor Hildedrandt sobre la literatura peruana.

El señor Thays justifica todos los exabruptos de su programa, con un estratagema eficaz. No hablamos de argolla, sino de una muestra de desprendimiento fraternal, solidaria. Como si se pudiese validar todas sus arbitrariedades en nombre del estado, y de nosotros sus dóciles contribuyentes, con esa recurrencia melodramática y absurda (no la enfermedad, que es terrible y que no debería ser utilizada con fines demagógicos, o pretexto, por nadie) El señor Thays sanciona la falta ética del señor Hildebrandt en Liberación, y no recuerda las suyas, igual o peores en magnitud. Desde Miguel Gutiérrez, Iparraguirre, Castro, Gonzáles Vigil, hasta Gallardo, y otros muchos, excluidos de su programa por no conciliar en actitud de obsecuencia. La uniformidad estética y moral es la medida de su programa. No sorprende que todos lean a Cueto y no discrepen de las posiciones políticas de Vargas Llosa o Bryce que ya es bastante decir. Sí, señor.
Y esta falta de correspondencia entre actitud y retórica, digna de nuestros inefables políticos: estigmatizar a ciertos blogs anónimos hasta el cansancio, cuando desde el suyo (la página de Winning Eleven) insultaba enfundado en la imposibilidad de respuesta.
Todo esto es lamentable, porque los únicos que tienen el acceso a los medios masivos (el señor Thays, El Comercio, El señor Víctor Coral, etcétera) demuestran que la intolerancia, el amiguismo hegemónico, la arbitrariedad, son una verdad de Perogrullo, que hasta la medianía moral se resiste a negarla. Y que ni el dandismo anémico, la objetividad informe, la ampulosidad moral, la asepsia estética de calidad dudosa, la justifican.
Espero que ratifique, como en los post anteriores, la libertad de expresión que defiende, y a la que me suscribo.

Edward Calvo.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Mi querido Edward: ¿tendrás por favor la amabilidad de decirme qué es lo que tengo que responder yo?

Ivan Thays dijo...

Me doy cuenta de que mi explicación sobre los sucesos que condujeron a un grupo de escritores a rechazar públicamente los excesos de Hildebrandt contra Ampuero ha dejado sin piso a los hidalgos comentaristas de este blog. Por su puesto, no pretendía que éstos aceptaran que se han equivocado durante todo estos años y que la tan famosa "carta de adhesión" era tan solo una muestra de apoyo contra un exabrupto, enviada además como Cartas al Director a diversas revistas, como cualquier lector puede hacerlo. Por supuesto, no espero que quien considera una “recurrencia melodramática y absurda” el que Ampuero haya declarado que tenía cáncer pueda pedirme disculpas por haber calificado equívocamente esa carta como una adhesión contra ataques literarios. Sin embargo, al ver cómo tanto Calvo como Samanez desvían la atención del tema central del post (que entiendo que es el veneno de Hildebrandt y sus distorsionadas opiniones literarias) hacia el refrito ridículo de “porque Thays no invita a X al programa” descubro que se han quedado sin argumentos. Entonces, me doy por bien servido.

Digo más: si defender a alguien de una calumnia (no de una crítica literaria adversa, como ellos querían hacernos creer) es pertenecer a una Mafia, quiero alistarme en ella de inmediato. Pensándolo mejor, me AVERGUENZO de no haber firmado una carta parecida cuando leí que en el blog de Carlos Gallardo comentaristas anónimos se burlaron de Gustavo Faverón amenazándolo con incinerarlo como un judío en un campo de concentración, y ME APENA mucho que personas que considero amigos no hayan efectuado ninguna muestra de apoyo similar cuando en el mismo blog, bajo el amparo de su administrador y Alexis Iparraguirre, calificaron de prostituta a mi ex-esposa. ¿Será que nos hemos convertido cada vez menos permeables a los insultos y las calumnias? ¿O será que esos comentaristas anónimos son tan ningunos que nadie los toma en serio? Entiendo que cuando Gustavo persigue la identidad del administrador anónimo de un blog que lo insulta a él y a otras personas, no lo hace por “fruición de adolescente” sino porque realmente es un proceso necesario de higiene descubrir si es posible que el cobarde autor de un blog tan miserable es el mismo que, desde otro blog, le revienta (o reventaba) cohetes. Cuando alguien hace una denuncia o una reseña desfavorable está obligado a dar la cara por una razón ética elemental: tiene que comprobar que no hay detrás de su denuncia o su reseña un interés personal que invalida el argumento. Si un reseñista XX, por ejemplo, reclama a un antologador que introduzca en su antología a YY, ¿cómo sé yo si XX no es un amigo, un testaferro, un compinche o peor aún el mismo XX ocultando en el anonimato el ridículo de defenderse a sí mismo?

En fin. Ahora que lo pienso, quizá sería bueno hacer una carta pública –con copia a blogger- denunciando la existencia de una serie de blogs con contenido racista, sexista, antisemita y calumniador. ¿Podría lograrse algo? Quizá no mucho, pero sin duda me encantaría ver las firmas de Edgard Calvo y Daniel Samanez en esa carta, a no ser que estén de acuerdo con el contenido de esos blogs o, peor aún, teman que en un par de años alguien los acuse de pertenecer a una Mafia por ver su firma junto a la mía y la de Gustavo en un tema tan justo como éste.

Carlos Gallardo dijo...

En respuesta a la opinión propalada por el señor Thays en el comment anterior, debemos apuntar que se encuentra plagada de inexactitudes respecto de nuestras personas.

Consideramos que en ningún momento hubo de parte del administrador de Malas palabras ni de Alexis Iparraguirre una actitud promotora del insulto racista, sexista o calumniador. Basta observar los post de Carlos Gallardo para comprobar que siempre se discutió presentando argumentos y respetando el derecho a réplica de los aludidos.

Tampoco hubo de parte del administrador o del señor Iparraguirre muestra alguna de alusiones bochornosas hacia la moral de sus familiares, como él pretende hacernos creer: el tema siempre fue el de los problemas nacidos del amiguismo en el ambiente literario limeño, no el de insultar ni celebrar a nadie. En ningún momento se alentó a los lectores de Malas palabras a hacerlo pero el administrador nunca buscó una corrección politica utópica y menos censurar a quienes tenian algún motivo de indignación legitimo; eso sí, lamentó el insulto gratuito y la calumnia en cada oportunidad. Toda esta política del blog ya fue aclarada oportunamente. Malas palabras considera que la imagen del blog emana de las opiniones deslizadas por su blogger en los posts y que los comments son –nos guste o no, y con las acotaciones del caso- una plaza pública de intercambio libre propiciado por la dinámica de la web. Intervenir en ese espacio es limitar la participación de los lectores.

El señor Thays también debería recordar que ninguno de nosotros fuimos autores de los comments que hacían referencia a su esposa. Si así fuera, lo invitaríamos a presentar pruebas que respalden su acusación, más aun cuando implica en este enredo a Alexis Iparraguirre, quien nunca escribió posts ni colaboró de manera alguna en Malas palabras, blog que es entera responsabilidad de Carlos Gallardo.

Deje de engañar a la gente, señor Thays. Si pretende presentarse como un abanderado de la moral y las buenas costumbres, le recomendamos que primero se tome un tiempo para comprobar si lo que afirma, niega o esconde se corresponde con la realidad. Los abajo firmantes se lo agradeceremos.

Carlos Gallardo
Alexis Iparraguirre

Daniel Salas dijo...

Alexis:

Yo sí puedo demostrar y, de hecho, ya lo he demostrado, que entraste anónimamente al blog de Carlos Gallardo a insultarme a mí. Y, qué cosa tan curiosa, he encontrado otras ideas que hemos discutido en privado en otros comentarios anónimos. Por ello, yo ya no tengo ninguna duda de que tu conocido ánimo intrigante también lo expresas en los blogs pero, claro, sin poner tu nombre.

Daniel Salas dijo...

Iván Thays no dice en ninguna parte que Alexis Iparraguirre o Carlos Gallardo sean los autores de esos comentarios calumniosos en específico.

Leamos de nuevo la frase de Iván:

"ME APENA mucho que personas que considero amigos no hayan efectuado ninguna muestra de apoyo similar cuando en el mismo blog, bajo el amparo de su administrador y Alexis Iparraguirre, calificaron de prostituta a mi ex-esposa."

En efecto. En la famosa "conversa" de escritores (no entiendo qué le cuesta ahora a la gente tener una "conversación", pero en fin) Alexis Iparraguirre y Carlos Gallardo defienden la posibilidad del intercambio verbal calumnioso y difamatorio. Más aun, Alexis sostiene lo siguiente:

"A ver: ¿alguien es inmoral por una participación en un blog? Yo no lo creo. Independientemente de lo que alguien hubiese escrito en un debate en Internet, fulano puede ser (y de hecho nada impide que sea) un papi cariñosísimo, un peluquero eficaz, un juez honrado, etc., etc., y, sin embargo, por solamente la imagen que proyecta en un medio virtual, mengano le niega la contingencia, asume el absoluto de la identidad de la persona para la identidad blogger y espeta la palabreja inmoral en una cuestión que, para colmo, no es un crimen, sino sólo una opinión, que puede resolverse por otras vías (elevadas: argumentos; bajas: el insulto y los golpes)."

Alexis está diciendo que una persona no puede ser calificada por una acción. Yo, por el contrario, creo que sí. Los nazis que administraban los campos de concentración fueron, muchos de ellos, padres y esposos cariñosos y ejemplares, que querían mucho a su familia, a su país y a sus mascotas. La calumnia y el insulto racista objetan la totalidad de la identidad de una persona. Cuando menos, la objetan como sujeto argumentativo. Tanto Gallardo como Iparraguirre han teorizado en sobre el derecho de la gente a decir lo que sea en un medio público como los blogs. Esto es, en la práctica, AMPARAR los insultos contra mí, contra Gustavo, contra Iván y contra otras personas que ni siquiera conozco. Sostener que así es el "mundo real" es una simplificación idiota. En el "mundo real" hay leyes, hay responsabilidades, hay normas de convivencia y, sobre todo, hay exigencias de modificación del futuro y de rigor del pensamiento. En una clase universitaria, por ejemplo, (y hasta donde entiendo, una clase universitaria ocurre en el mundo real y no en el mundo de los sueños) la descalificación racista o sexual y la calumnia son inatingentes e inaceptables. Si me he expresado abiertamente en contra del populismo de izquierda (el que sostiene, por ejemplo, los argumentos de un crítico como Víctor Vich), no menos reprochable me parece el populismo liberal, según el cual la discusión se aplana a un asunto de un supuesto "libre mercado", sin tomar en cuenta las diferencias que se producen en razón del poder y el privilegio.

Lo ridículo, lo delirante, es que se manifiesten contra "el poder de la argolla" dos liberales que niegan, precisamente, la existencia del poder en el mercado lingüístico. Alexis ha llegado al extremo de la confusión al pedir que se intervenga en aquello que los editores de los medios libremente deciden publicar. ¿En qué quedamos?

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Los "razonamientos" de Carlos Gallardo y Alexis Iparraguirre parecen disparados por la carabina de Ambrosio.

Ahora resulta que el insulto anónimo es parte de la dinámica del medio cibernético (como si esa dinámica no dependiera de la gente, como si quienes administran los medios cibernéticos no pudieran influir en ella) y resulta también que el derecho a no ser ofendido por anónimos es muy secundario frente al derecho de los cobardes a insultar anónimamente.

¿Por qué elige Gallardo defender este segundo derecho antes que el primero? Por su incapacidad de proponerse un par de imperativos morales. Porque para él, como para los administradores de los demás blogs-basura, "moral" es una mala palabra.

Y además, Gallardo quiere inventar una variante de irresponsabilidad mediática. Quiere administrar un blog en el que absolutamente nadie sea responsable de buena parte de lo que se publica.

Porque si él sólo se responsabiliza de lo que firma con su nombre, y la mitad de las cosas que publica en ese blog carecen de firma, ¿quién se hace cargo de la responsabilidad de esos insultos? Nadie.

Con eso, corona el absurdo de su faena: defiende los derechos a ofender y denigrar de unos individuos anónimos que, en virtud de ese anonimato, no aceptan ninguna responsabilidad concomitante con ese derecho.

Y descaradamente dice Gallardo, además, como gran cosa, que él ha dado "derecho a réplica" a los que fueron ofendidos. En mi vida he escuchado una cosa más estólida. ¿O sea que debo agradecer que me den el derecho a responderle a... quién? ¿¿A quién??

Pongamos, por ejemplo, esta frase publicada en Internet gracias a la complicidad y el amparo de Gallardo: "A los judíos hay que quemarlos vivos". Frase escrita, evidentemente, por un infeliz. ¿Quién diría Gallardo que debe replicar esa frase? ¿Y a quién? ¿Al "Anónimo de las 5:33 pm"?

¿Hay alguna manera de llamar a lo que defienden Gallardo e Iparraguirre que no sea descaro, necedad y mala fe? No lo creo.

Daniel Samanez dijo...

Queda bastante claro que para ser alguien que se gana la vida leyendo, la capacidad de Thays para comprender lo que lee es lamentable.

Ese es otro efecto de la argolla: las capacidades que pueda haber tenido para la labor literaria quedan subordinadas a la capacidad para asociarse y mantener las relaciones en la argolla, para defenderla y quedar bien con ella. (El grado de atrofia es mas que patente en su último comentario.)

Así, queda claro que se no gana la vida leyendo. Lo hace subordinando sus capacidades al clientelismo, al amiguismo, y si quiere -ya que él uso el término- a la mafia. El resultado no puede ser otro a la atrofia -tan patente en sus respuestas- de las capacidades analíticas y morales.

El que se ha quedado sin piso en esta discusión es Thays. En realidad no solo sin piso si no que ha quedado en paños menores y quizás ni eso. No es capaz de entender las respuestas y comentarios que se hacen en esta discusión. Y solo en su mente sus patéticas construcciones retóricas y desvaríos pueden tomarse como respuestas y aclaraciones dignas de atención.

Thays: Como tu capacidad de análisis está patentemente atrofiada, te pongo aquí las cosas resumidas, quizás leyéndolas al menos tres veces entiendas algo:

No entiendes lo que lees, se va a requerir que pongas más atención y más voluntad. Escribes sin lógica, atacas si responsabilidad y sin pruebas. Haces construcciones retóricas lamentables, sin fundamentos, distorsionando desvergonzadamente los argumentos de la otra parte. La posición moral que esgrimes es hipócrita y estúpida: criticas en otros lo mismo que tú haces, no respondes a los cuestionamientos éticos que se te plantean y sin embargo exiges respuestas a los que tú haces.

Vamos Thays, tu puedes. En mi segundo post hay tres preguntas, trata de responderlas. Yo ya respondí a la pregunta en tu primer comentario. Y en realidad mas que una respuesta fue, como aclaré, una reiteración de lo que dije en mi primer comentario, necesaria solo por tu incapacidad para entender. Ahora te toca a ti. Una vez que me respondas procederé a responder las demás preguntas que me haces. De otra forma no tendría sentido hacerlo.

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Daniel Salas,

Ha sido demostrado que tú has entrado y publicado en al menos un blog de los que denominan aquí basura. Por otro lado, por la manera en la que aquí se plantean las cosas pareciera que en esos blogs solo se critica de un lado. Pues no, hay argumentos de ambas partes. Esto quiere decir que los abanderados de su eliminación y persecución, como tú, los validan publicando en ellos. Eso es hipocresía. Y es ridículo y delirante. Y eso invalida cualquier autoridad moral que te quieras arrogar al respecto.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Bueno, como al parecer no hay manera de que Samanez arme la conversación en su blog, y estoy condenado a tenerlo en el mío (del cual ya se ha despedido varias veces en el pasado), tendré que seguir poniendo aquí sus comentarios.

Me intriga esta frase suya de crítica a Thays: "atacas sin responsabilidad y sin pruebas", dice. Y entonces uno se pregunta por qué Samanez no hace una cosa tan sencilla como mencionar a los miembros de la argolla por sus nombres y probar cuáles son sus faltas y sus delitos. Porque Samanez es uno más de los que habla de "argollas" pero menciona sólo un nombre propio (el de Iván, que es su obsesión).

Y mientras critica la lógica de Iván dice que las cosas que se publican en el famoso blogcillo basura son "argumentos". Ja, qué buena. Por la boca muere el pez.

Daniel Salas dijo...

A la acusación de Daniel Samanez solamente debo responder que es falsa.

Yo lo dije claramente: Alexis Iparraguirre ha publicado anónimamente al menos un comentario insultante contra mí. Que me haya agredido a mí es lo de menos. Lo que se concluye es que no nos debe extrañar que haya escrito varios más.

Ivan Thays dijo...

Es obvio que no tengo por qué seguir tomando en serio a una persona que, sin mediar insulto alguno de mi parte, me califica de atrofiado, clientelista, hipócrita, estúpido e incluso de carecer de paños menores (¿?). Si alguien, además de él, se pregunta por qué no contesto tus preguntas, en esa actitud tiene la respuesta. ¿Puede tener alguna objetividad a la hora de juzgar mi trabajo alguien que se comporta de esa manera? Lo dudo.

En cuanto a la carta de Carlos Gallardo y Alexis Iparraguirre aclaro que no he dicho ellos hayan escrito esos posts insultantes (así que no tengo por qué comprobar nada) sino que los han amparado. Aunque le cueste aceparlo, Gallardo debe entender que si alguien deja un comentario insultante en su blog y él lo permite, está amparándolo e incluso animando a que otros sigan cayendo más bajo en los insultos (cosa que finalmente sucedió en su blog). Una vez abierta la puerta a las canalladas, ¿de qué sirve decir que lamenta esos comentarios sin borrarlos? (por cierto, sí borró -luego de unos días- el de incinerar a Gustavo, pero no el de mi ex esposa ni el de la novia de Luis Hernán Castañeda, así que ya sabemos cuál es su vara para medir las ofensas). Por otra parte, si alguien hace un comentario en una entrevista, como el que cita Daniel Salas de Alexis Iparraguirre, está amparando que existan insultos anónimos por lo menos en el blog de Gallardo, a quien Iparraguirre respeta, sin mencionar a otros blogs de administrador oculto (que no es lo mismo que anónimo).

Tanto Carlos Gallardo como Alexis Iparraguirre están en su derecho de opinar lo que quieran, y asumir la posición que deseen, con respecto a los ataques anónimos en los blogs. Pero tienen que aceptar que quienes no pensamos como ellos, y además somos víctimas de las agresiones, no estemos de acuerdo con su posición y lo digamos públicamente, como lo he hecho en mi blog y en este comment, y seguiré haciéndolo siempre.

Anónimo dijo...

Señor Thays: el único que adolece de un argumento sensato es usted. Llamar “refrito”, a una acusación seria, sin desvirtuarla con fundamentos de hecho, es tan ligero como la defensa que dibuja el señor Gallardo en torno a su neutralidad con los coments del blog suyo. Claro, no es difícil validar nuestra argumentación (o la defensa más superficial) si existen elementos que en vez de dilucidarla (o desnudarla por completo), la confunden. No responde a mis inquietudes, y se escabulle introduciendo una discusión distinta, y de algún modo menor. Creo que la relevancia que se le atribuye a esta suerte de pocilgas informáticas, es excesiva. Intuyo que los pocos que las leen con fe, con la creencia inverosímil y obtusa de saberse parte de una red alternativa, rebelde, son una jauría de necios, que no discriminan entre resabios infundados, vejatorios, y una voz disidente. Es paradójico que los señores Faverón, Salas, Coral, y algunos otros, proclamen la persecución de estos usuarios anónimos, cuando ellos son los primeros en leerlos y divulgar sus gestas en el terreno preclaro de la ofensa. Nada más digno y saludable, creo, que obviarlos de manera definitiva; pues las propuestas descabelladas que tienden a la caza de estos estercoleros: ¿sobre que criterios se unificarían? Permutarían, creo, en el móvil perfecto para condenar y descalificar a aquel que tenga una posición distinta de la establecida en Vano Oficio o en Puente Aéreo, y que por razones laborales, académicas, no podría ejercer su imparcialidad libremente desde las tribunas del Comercio, la República o Caretas. El señor Thays ratifica mi hipótesis última: no responde a la crítica de la Vaca Profana sobre su deficiente antología, sino la encubre invalidándola por su anonimato.

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Es sumamente fácil decir que a los que agravian hay que obviarlos, cuando el que lo dice no es uno de los agraviados. Espérate, Edward, a que los insultos sean contra ti, tu esposa o tu novia o tu madre, con nombre y apellido, en páginas que pueden ser leídas en cualquier lugar del mundo, para ver si tienes tanta paciencia.

Ivan Thays dijo...

En cuanto a los comentarios de La Vaca Profana sobre mi antología, jamás los contestaría. Y no por falta de argumentos sino porque creo que es de mal gusto responder a cualquier crítica a un libro mío, por más negativa, parcializada o equívoca que ésta me parezca.

Sé que algunos autores, como Miguel Gutiérrez, envían cartas aclaratorias no solo cuando se critica sus libros sino incluso cuando no se los elogia lo suficiente. No es mi caso.

En cuanto al tema de discusión, al ver que no hay ningún argumento nuevo sino lo mismo de siempre, por mi parte está agotado. Agradezco a Gustavo el haber publicado mis comentarios.

Anónimo dijo...

Usted valida nuestros argumentos señor Thays: evita responderlos escudándose en un pretexto tan insincero como "el buen gusto". Como si el "buen gusto" fuese la explicación más seria sobre sus arbitrariedades. No hay afirmacíón más contundente que su silencio teñido de puerilidad.
Deacuerdo con usted, Gustavo Faverón, suscribo sus palabras con respecto a la neutralidad de Carlos Gallardo.

Daniel Samanez dijo...

Se hace patente, ahora también, la incapacidad de Faverón para responder con un mínimo de lógica y consecuencia cuando se toca el tema de la argolla o amiguismo.

Antes que nada, no recuerdo haberme despedido de este blog. Se agradecerá la referencia a cuando y en que circunstancias lo hice.

Faverón, en tu post original sobre Hildebrandt sostienes que la naturaleza de sus comentarios te resulta difícil de comprender. En mi primer comentario te pregunto porque te parece eso y doy las razones por las que resulta perfectamente compresible su actitud.

Repito, porque ya veo que resulta difícil que se entiendan las cosas acá: tú dices que te parece difícil de entender y yo te digo que es todo menos difícil.

Lo siguiente no lo ves por que no lo quieres o no puedes ver: Yo no ataque a Thays. Pero si él me ataca aquí corresponde responder aquí. Solo mencioné un post suyo y un artículo de Ortega en el que se ocupan del asunto y explican más que bien a la actitud de Hildebrandt. Luego proseguí refiriéndome al amiguismo y a la argolla.

No tenía la más remota intención de entablar una discusión con él. Es claro que Thays no es capaz de responder a ningún cuestionamiento ético mientras que si se cree con el derecho a hacerlos. Hace uno meses ya había quedado claro que no puede. Pero ya vez, como dices, por la boca muere el pez. El se metió a comentar solito. Supongo que creyendo que podía de alguna manera validar su posición, al menos en este tema. Porque en lo que respecta a su programa, no puede.

¿Que mas pruebas quieres sobre la argolla, sobre como funciona el amiguismo? ¿No es suficiente ver en estos comentarios como operan tú, Thays y Salas?

Veamos, una vez más, como te ciega tu argollismo, dices:

“mientras critica la lógica de Iván dice que las cosas que se publican en el famoso blogcillo basura son "argumentos””

Una vez más no eres capaz de entender lo que lees. Cuando me referí al blog que mencionas escribía ya no sobre la lógica de Iván (tremendo favor le haces al llamar lógica a su balbuceo –mejor la adjetivación la pone lector-), escribía sobre la hipocresía de Salas. Y decía que en ese blog hay argumentos. Insisto en eso. No muchos, tú -que entras a ellos diariamente, como nos has dicho- lo sabes bien. Pero argumentos hay. De otro modo ni te molestarían ni los tomarías en cuenta.

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Thays,

Una vez más confirmas que eres incapaz de entender el texto más sencillo. Yo no estoy discutiendo tu trabajo. Estoy exponiendo tu calidad moral y ética. Y no estoy diciendo que no tengas paños menores –¿pero es que alguna vez entiendes lo que lees?- estoy respondiendo a tu pretensión metafórica de que me has dejado sin piso demostrando que eres tú quien no tiene piso. Lo siguiente que hice fue una metáfora equiparando la exposición pública de tu calidad moral al decir que has quedado en paños menores y a que probablemente te quedaste sin eso también. Todo esto, una vez más, en un infructuoso intento de hacer que entiendas. Insisto, nunca dije que carezcas de paños menores, lee bien, tranquilo; dije que probablemente no los tienes, y en sentido figurado, o sea metafórico, porque, como no entiendes, mejor te lo recuerdo una vez mas. Espero haber resuelto tu preocupación.

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Salas,

Mi acusación no es falsa. Ha sido demostrado que tú has entrado y publicado en al menos un blog de los que denominan aquí basura. Y copio y pego de mi comentario anterior:

Por la manera en la que aquí se plantean las cosas pareciera que en esos blogs solo se critica de un lado. Pues no, hay argumentos de ambas partes. Esto quiere decir que los abanderados de su eliminación y persecución, como tú, los validan publicando en ellos. Eso es hipocresía. Y es ridículo y delirante. Y eso invalida cualquier autoridad moral que te quieras arrogar al respecto.

Pero en fin, como vemos en los comentarios anteriores, no es necesario aquí admitir que se acabó la argumentación lógica. Siempre puedes hacer un chistecito como Faverón y pretender que no pasa nada; o, como Thays, decir que he dicho que no tienes paños menores y por lo tanto el tema está acabado.

Daniel Samanez dijo...

Astrid,

Tu pregunta es interesante y muestra bien como las emociones suelen ser mas fuertes que al capacidad de análisis.

Yo no he dicho que los insultos de aquellos blogs son validos. Es la existencia de aquellos blogs la que es validada con la indolencia –clarísima en las respuestas que acá pululan- de los miembros de la argolla, para los usufructuantes del amiguismo. Y es aun más validada con la participación de estos en aquellos blogs.

Por otro lado dices que la participación de estos “puede ser además impulsada por la natural destemplanza o enfado debido a los insultos y acusaciones sin base que allí pululan” estoy totalmente de acuerdo con eso. Pero ¿no crees que una gran parte de los que participan ahí lo hacen también impulsados por la natural destemplanza y enfado originada en el proceder de la argolla, o, una vez mas teniendo consideración para los sensibles, del amiguismo?

Es decir, el mismo argumento que usas para validar la participación de Salas en aquel blog sirve para justificar la participación de otra gente en el. Y finalmente su misma existencia.

El gran problema es que la argolla equipara la superioridad moral a la indolencia y el caradurismo que ostenta. Perfecta ilustración de como andan los valores y la moral en nuestra sociedad. Es exactamente la misma estrategia que usan para defenderse de la realidad cotidiana muchas de las “señoras” a las que Thays dicta talleres.

Te agradezco que me hayas pedido aclarar la lógica referente a mi argumento respecto a Salas. Como eres profesora del asunto se aprecia. Aun cuando no considero –como dices- que ese sea el mejor. ¿Tienes alguna pregunta respecto a mis argumentos sobre Thays y Faverón?

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Francamente, Samanez es de una mediocridad insoportable. Su última perla: ahora se refiere a nosotros como "los usufructuarios del amiguismo".

Ya le pedí las pruebas de sus acusaciones y que mencione algunos nombres propios, y pese a responder con mensajes tan largos como somníferos, no ha dado ninguna.

Ahora le pido que me diga, por favor, cómo es que yo "usufructúo el amiguismo". ¿En qué me he favorecido ahora o en cualquier momento de mi vida, en virtud de mis amistades y no de mi méritos?

¿He conseguido algún trabajo, alguna beca, alguna publicación, algún favor, gracias a la supuesta argolla? ¿Quién de las personas a las que alude tácitamente me ha hecho esos favores? ¿Y cómo?

Espero que sea capaz de mencionar una sola cosa, y si no puede, que se calle de una vez.

Daniel Salas dijo...

Creo que Samanez se refiere a un comment mío aparecido en un blog basura. En efecto, apareció, pero iba originalmente dirigido al blog de Carlos Gallardo. Como tenía las dos ventanas abiertas, pegué mi comentario en el lugar equivocado, pero apenas apareció, lo borré. Tenía las dos ventanas abiertas porque no recordaba en cuál de los dos blogs se encontraba el mismo comentario que hizo personalmente Alexis en la cafetería de letras. Mi comentario original sigue en el blog de Gallardo. Pero, además, queda claro que mi comentario no tenía como finalidad validar lo que me parece injustificable, sino, por el contrario, condenarlo y señalar el caso de una persona que se mostraba amigable fuera de esa cloaca pero que, finalmente, como lo descubrí fehacientemente, me insultaba de manera cobarde.

Daniel Salas dijo...

Sólo para responder a un anónimo de un blog basura:

En efecto, los dos comentarios no son iguales. Lo pegué primero en el blog donde él no se atreve a firmar. Cuando me di cuenta del error, lo volví a pegar en el blog de Gallardo e hice algunas modificaciones tan mínimas que ni las recordaba. Vean la hora en que fue puesto mi comentario en el blog de Gallardo y notará el administrador del blog basura que el error fue corregido casi inmediato.

Lo borré del blog basura porque el comentario de Alexis no estaba allí, no porque alguien me lo pidiera. No tenía sentido que señalara algo que no existía en ese blog basura. Eso quiere decir que no habría tenido problemas de haberlo dejado si ese hubiera sido el lugar correcto. Nótese que entré no para avalar los insultos anónimos sino, por el contrario, para desenmascarar a una persona que me estaba atacando (y que podría estar atacando a otros).

De modo que el punto que el valiente anónimo debe entender es que ese omentario anónimo es claramente de Alexis Iparraguirre y que, dado que el comentario de Alexis estaba en el blog de Gallardo, mi respuesta debía estar allí y carecía de sentido en cualquier otro lado.

Ahora volvamos a Samanez, quien dice que: "hay argumentos de ambas partes. Esto quiere decir que los abanderados de su eliminación y persecución, como tú, los validan publicando en ellos."

No es verdad. Ellos atacan sin dar su nombre, de manera que no pueden ser reconodcidos como alguna "parte". Si ha habido algunas personas que han tratado de responder a esos ataques en esa misma cloaca (estrategia que desaconsejo) solo han podido salir en defensa de alguna idea o de alguien, pero nunca han podido atacar a nadie, ya que el otro no da su nombre. Esta no es la polémica entre criollos y andinos. Esta es la mera manifestación de odio y resentimiento traducido en calumnia y chacota de mal gusto y a la cual no hay manera de responder porque quienes las profieren no se hacen responsables. Alguna vez Alexis trató de justificar el valor de ese y otros blogs aduciendo que se trataba de una actitud carnavalesca. (Dicho sea de paso, Alexis ha justificado siempre a los blogs basura, lo cual es, claramente, una manera de respaldarlos) Quienes participan en el carnaval, Alexis, aceptan las reglas de ese juego. Por otra parte, el carnaval posee un fin conservador: se invierten temporalmente las reglas para afirmarlas.

Los pocos cándidos que colaboran con sus comentarios en ese blog basura parecen no ponerse a pensar que las personas con las que se alinean pueden ser sus enemigos o personas con intereses e ideas totalmente opuestas a las suyas. Dado que ese blog nunca ha manifestado qué ideas defiende, no entiendo a quienes se unen a él sin conocer a sus autores (como es el caso de aquel escritor que firma como Christopher Logue o el periodista Marco Sifuentes) pues bien podrían estar defendiendo causas con las que nada tienen en común. El tal "Christopher Logue", quien defiende abiertamente una postura de izquierda, no parece haberse percatado, por ejemplo, del macartismo que respira ese blog basura y que, al intervenir en ese espacio, comparte la cancha con gente que tiene una actitud inquisitorial e intolerante con la izquierda. De modo que ese "lado" carece de forma y, en realidad, no puede decirse que exista como oponente.

Daniel Samanez dijo...

La carcasa de Faverón es a prueba de todo: es aprueba de lógica, aprueba de sentido común, pero, sobre todo, es aprueba de pruebas. Además es cobarde: insulta, calumnia y denosta sin fundamentos mientras los exige de sus interlocutores. Pide razones y nos las da. Desvaría de la manera más patética: cree que él y los suyos esgrimen una superioridad moral que sus acciones cotidianas evidencian no solo como nula si no abyecta. Su proceder los deja rotundamente expuestos no como los hidalgos caballeros molarizadores como los que se quieren presentar si no más bien como patéticos sicarios de un sistema moral y de valores caduco, criminal y estúpido que sólo se mantiene –en el campo de las ideas y la discusión- gracias a la matoneria intelectual de la sin razón, la exclusión cobarde e indefendible, el insulto y la indolencia.

Sobre su post original en que habla de Hildebrandt, ya que las respuestas no tomaron el camino que él quería -esto es, discutir lo que él absurdamente denomina “odio que resulta difícil de comprender”- no le queda otra que el insulto y dejar de lado el tema. Nunca lo ha tocado en sus comentarios aquí.

Frente a los cuestionamientos éticos respecto a la conducta publica de su amigo no queda si no el silencio.

Frente a la exposición publica de lo irracional y vil de la defensa de sus amigos y de su propia conducta y postura no queda si no la calumnia y, una vez más, el insulto.

Finalmente nos dice que no ha tenido parte ni se ha visto favorecido jamás por lo que quiere hacernos creer son problemas estructurales de nuestra sociedad y nunca puntuales y distinguibles conductas en personas específicas cuyo modo de operar ha quedado claro y expuesto en estos comentarios.

Su carcasa es realmente a prueba de todo. Finalmente no hace si no aislarlo y retraerlo cada vez más en su propio grupo endogámico en donde el razonamiento queda tan patentemente atrofiado y no puede si no producir aberraciones como las que acá podemos constatar.

Él mismo nos lo recuerda en el post que dio origen a esta discusión: “en ese terreno de pasiones hiperactivas el veneno suele terminar emponzoñando a quien lo porta y no a quien es mordido.”

Gustavo Faverón Patriau dijo...

Bonita crisis nerviosa, Samanez. Pero te olvidaste de responder. Trata otra vez y a lo mejor te sale. Te dije:

"Espero que seas capaz de mencionar una sola cosa, y si no puedes, cállate".

No has podido, pero tampoco te has callado. Has optado por hacer el ridículo. Allá tú.