20.8.11

Sobre la crítica literaria en la prensa peruana, 2

¿No hay lectores? ¡¡Formen lectores!!

Los medios de prensa peruanos parecen haber decidido, incontrovertible y definitivamente, que los suplementos culturales son inviables y que aun más lo son los suplementos literarios. Si no escuchamos (ni leemos) con frecuencia las razones que esgrimen es porque suelen mantenerlas en silencio; uno quisiera pensar que es por vergüenza pero la verdad es que en el Perú el tema no parece lo suficientemente central como para merecer un debate y mucho menos una polémica.

Sé que los extranjeros que lean este post pensarán que la situación es análoga a las de sus países: en todas partes los lectores frecuentes, los intelectuales, los artistas y los académicos, o simplemente los aficionados y quienes buscan en la prensa algo más que información coyuntural, suelen quejarse del bajo nivel de sus suplementos culturales. Para ellos va este aviso: no, el caso no es semejante. En el Perú, desde hace algún tiempo, han dejado de existir los suplementos culturales, pese a que aún sobrevive uno que insiste en llevar la etiqueta aunque su contenido lo desmienta domingo a domingo.

Es interesante que Enrique Sánchez Hernani, periodista cultural prestigioso, de larga carrera y que ha sido incluso director de El Peruano, intervenga en la discusión con el poeta José Carlos Yrigoyen en los términos en que lo hace: da la impresión de que la desaparición de las secciones de libros, las páginas de crítica y los suplementos culturales tuviera siempre una explicación atendible dentro de cierta política comercial de las empresas y que el deseo de quienes quisiéramos disfrutar de todo ello (incluso él) no fuera más que una buena intención que cualquier mirada realista puede descartar fácilmente.

Miremos la prensa cultural extranjera, olvidándonos si quieren de la europea y la norteamericana: en Ecuador, en Colombia, en Chile, en Argentina, en Uruguay, en Bolivia existen suplementos culturales y suplementos literarios y reseñadores y críticos que compiten por esos espacios en un circuito que les da importancia. ¿Cuál es la consideración económica que conduce a los diarios peruanos a eliminar esas secciones cuando aparentemente en economías y culturas comparables, si no similares, el resto de la prensa latinoamericana no sacrifica esos espacios, incluso a pesar de que a veces los modera o los reduce?

Enrique Sánchez Hernani parece suponer que el contenido de la prensa está siempre condicionado por la naturaleza y las características del lector, como si los diarios tuvieran que reflejar la forma de las mayorías, y parece suponer que el lector promedio de la prensa peruana, e incluso en particular el lector de El Comercio, es básicamente un tonto funcional y un ignorante sin interés en ningún tipo de saber artístico o literario ("contentos e ígnaros paisanos", los llama, con todo y esa tilde en la í).

Por supuesto, Sánchez Hernani no tiene culpa de nada: él escribe su página, entrevista escritores, intenta en la medida de lo posible colocar contenidos culturales en Somos, la revista de El Comercio en la que él trabaja y que hace poco pasó de ser dirigida por Óscar Malca, un periodista y escritor solvente, a ser dirigida por Eduardo Lavado, un consagrado ex-redactor de chismes faranduleros, en un giro que nos anuncia los deseos de la dirección de El Comercio por continuar incinerando las posibilidades del diario de construir contenidos inteligentes.

Si sólo se pueden mantener las páginas y secciones y suplementos que avivan el contenido comercial de una publicación, entonces vale preguntarse cuándo desaparecerán para siempre las páginas de noticias internacionales, por ejemplo (no es un consejo, por si acaso). Si sólo pueden mantenerse las que tienen una amplia lectoría porque atraen la mirada de una masa significativa de la población lectora, entonces hay que preguntarse cómo así El Comercio ha sido, a lo largo de los años, más constante en su página de toros que en su ya inexistente sección de crítica literaria. Sí, en el Perú no sobreabundan los lectores de literatura, pero confío en que alcanzarían para llenar la Plaza de Acho.

El problema no tiene ninguna de esas dos respuestas: no es una cuestión de lectoría ni una cuestión comercial. Es un asunto de desinterés, en el mejor de los casos; de prejuicio contra la inteligencia, en el más probable de los casos; de ignorancia frente al rol crucial de las artes y la literatura en el desarrollo intelectual de una sociedad, en todos los casos. Los propietarios y directores de la prensa nacional no le dan la más remota importancia al ejercicio intelectual en ninguno de sus aspectos, y, en su mirada prejuiciosa, ninguna sección puede resumir todo aquello que desprecian de manera más clara y sintética que la sección literaria. "¿Libros? ¿Para qué?".

Es bueno notar que no se trata de asociar la destrucción del periodismo cultural con un cierto sector de la prensa, con una línea política o con una postura ideológica: diarios fujimoristas y diarios democráticos, diarios toledistas y diarios alanistas, de izquierda o de derecha, incluso diarios dirigidos por personas que asociamos con una intención intelectual, como el antiguo Perú 21 de Álvarez Rodrich (ni hablar del actual), carecieron de secciones culturales orgánicamente funcionales y no contaron con un sólo reseñador literario fijo, hasta el punto de que eventualmente algunos de sus columnistas sintieron, o sienten, la necesidad de cubrir el vacío lanzándose a la crítica aunque esa no sea la intención primera de sus espacios.

Si hay que hablar de ignorancia, entonces, prefiero hablar de la ignorancia de los medios, antes que de la ignorancia del público. El público no se va a levantar en revuelta contra los diarios para exigir la aparición de secciones culturales y crítica literaria: cada vez son más los peruanos que han de suponer que esas cosas no forman parte del campo de acción de los diarios. Pero los diarios, en cambio, sí pueden transformar la situación en un sólo día, con la sola decisión de empezar a dar a esos contenidos una cierta importancia: una página de libros, una sección de crítica literaria, un pequeño número de páginas hechas por periodistas expertos en temas culturales, usando la imaginación para ofrecer un producto que sea inteligente y no refuerce y reduplique la sensación de que lo cultural, lo artístico y lo literario es aburrido y soporífero por naturaleza.

Porque además hay una verdad obvia: ningún lector de diarios está interesado en todas las páginas del diario que lee y ningún diario del mundo ofrece contenidos que estén dirigidos, todos por igual, a la totalidad de sus lectores. Un diario que elimina todo aquello que parezca demasiado intelectual para la mayoría de sus lectores, no está asegurando la lectoría de las mayorías (que siempre encontrará algo más divertido y rápido que leer en otra parte, o en internet): sólo está asegurando la huida en desbandada del sector de lectores que sí esperaba algo más.

Ah, la fujimorización. Antes de Fujimori e incluso durante los primeros años de su gobierno, los diarios no sólo solían tener secciones culturales, algunas malas, otras buenas, otras muy buenas, sino que además atraían un público adicional incluyendo obras literarias completas entre sus páginas. Existían los Periolibros, existían las bibliotecas de El Comercio y muchos otros proyectos imaginativos que usaban la literatura para fomentar no sólo las letras sino la expansión del saber cultural. Cuando la revista Somos apareció, uno de sus ganchos de lectoría era un concurso en el que los lectores debían completar un cuento que la revista publicaba con el final pendiente, y que era escrito exclusivamente para Somos por algún autor conocido (el primero fue Alonso Cueto).

Ahora, de pronto, resulta que la literatura espanta lectores. No, pues, no es así: lo que los dueños y directores de diarios parecen no haber entendido es la verdad más evidente de todas: la diferencia entre los amantes de las telenovelas, los amantes del fútbol, los amantes de los toros, los amantes del cebiche mixto y, por otro lado, los amantes de la literatura, es que los amantes de la literatura leen, la lectura los define, lo que ellos hacen es leer. El diario que instituya en sus páginas, en este preciso momento, una sección de cultura y literatura realmente buena, apreciable, interesante, llamativa, atraerá hacia sus páginas a una masa de lectores que quizá no sea gigantesca pero que será leal y recurrente.

Para terminar, repito algo que he dicho muchas veces: los medios de prensa son un instrumento de desarrollo intelectual, cognoscitivo, cultural, de enorme poder. Dirigir un diario implica un compromiso con todo ello. Un compromiso que la prensa nacional está defraudando desde hace mucho. El amarillismo, la cleptomanía y la aceptación del soborno no son las únicas enfermedades de la prensa; la promoción de la ignorancia también lo es.

La tontería fundamental de la prensa peruana es que aceleradamente está creando una sociedad en la que menos y menos gente ve la lectura como un placer. Y después se quejarán de que no hay lectores. Brillante, ¿no?

...

11 comentarios:

Pablo dijo...

El principal diario de Puno, "Los Andes", se da espacio en sus ediciones dominicales hasta para la publicación de textos de jovenes escritores puneños (dos páginas completas). Tiene artículos bastante interesantes (he visto algunos dedicados a Lyotard, Sartre, Anibal Quijano), reseñas sobre libros que se publican en la localidad, etc... Toda la edición es así(hasta me hace recordar ese fenecido suplemento de El Peruano, "Identidades"). Un dato interesante es que, a pesar de la "intrusión literaria", importantes compañias como Lan, Movistar, Plaza Vea y otras ponen sus avisos en ese diario. Y estoy hablando, como se darán cuenta, de un periodico que se difunde en una región con altas tasas de pobreza y analfabetismo. Entonces, haciendo el contraste, creo que lo ocurre con la prensa oficial que se produce en Lima se pinta como algo más que artero.

Luis A. Grimani Villasante dijo...

Lo único que yo puedo aportar es que desde mi análisis he observado un criterio enciclopedista en las páginas dominicales de El Comercio, del cual solo se podrían rescatar las biografías de artistas y escritores que suelen publicarse allí, pero siendo sin embargo esto aun muy insuficiente para ser un suplemento cultural que despierte la crítica y la reflexión. No hay crítica literaria.

Luis Grimani Villasante

Anónimo dijo...

Así sucedió con la revista dominical del diario de La República, hace un buen tiempo eliminaron de ella las secciones dedicadas a la literatura (filosofía, arte, etc.)a las entrevistas o comentarios de escritores o libros, incluso la sección dedicada al cine del señor Cárdenas desapareció. Hoy ese suplemento es una pálida sombra de lo que un tiempo fue ese suplemento.

Luis Torres Vásquez dijo...

Totalmente a favor. Esto me hace recordar lo de "literatura light". En el Perú, nuestra prensa escrita vive el mismo fenómeno. Noticias que no dañen intereses "poderosos" y seudosecciones "culturales" bobas o solo para la "gente linda". Hay, sin duda, una doble moral, pues se espanta a los lectores asiduos, pero luego se critica que en el Perú nadie lee. Acaso no se dan cuenta que cuando nos acostumbremos a leer (como ya se va haciendo) desde un ordenador, quién comprará sus periódicos?
PD: Hoy El Dominical pretende reinvindicar su nombre haciendo un homenaje a Blanca Varela por los 85 de su natalicio. Será tarde?
http://purgatoricas.blogspot.com/2011/08/blanca-varela-85-anos.html

zeta dijo...

Pienso que los lectores, los amantes de leer, en su mayoría, no buscan en el periódico esa oferta que no se ofrece... Por algo venimos aquí, ¿no? Lo que sí mr parece muy cierto y alarmante es la mala propaganda que se le hace a la cultura a no hablarse de la cultura... Siempre he escuchado ese periodismo literario como casi una leyenda... Me pregunto si alguna vez se dirá de quienes lo vivieron que estamos igual que antes. Lo siento, yo aprendí a leer en la época de Fujimori... :/

zeta dijo...

Pienso que los lectores, los amantes de leer, en su mayoría, no buscan en el periódico esa oferta que no se ofrece... Por algo venimos aquí, ¿no? Lo que sí mr parece muy cierto y alarmante es la mala propaganda que se le hace a la cultura a no hablarse de la cultura... Siempre he escuchado ese periodismo literario como casi una leyenda... Me pregunto si alguna vez se dirá de quienes lo vivieron que estamos igual que antes. Lo siento, yo aprendí a leer en la época de Fujimori... :/

Anónimo dijo...

A propósito, ¿han notado que desde hace un tiempo los noticiarios televisivos ofrecen noticias internacionales un día sí y otro no?

Anónimo dijo...

Unas cosas que me pregunto es ¿quiénes dirigen esos diarios? ¿Quiénes escriben en ellos? ¿Son así de simples técnicos ignorantes, o lo hacen por obligación? A veces me los imagino como unos hombrecitos encadenados a sus computadoras y supervisados por capataces armados que los azotan sin piedad cada vez que dejan deslizar un comentario culto o inteligente, o alguna referencia a la cultura. O Tal vez estén bajo amenaza. Tal vez les han advertido que serán despedidos de inmediato si dicen algo culto o inteligente, y son un poco tímidos. La verdad, me dan escalofríos. Y pensar que alguna vez yo quise ser periodista. Hoy no les envidio nada. No quisiera ser como ellos, ni tengo interés en conocerlos.
Que lejanos los días en que uno leía un comentario de libros en Somos o El Dominical, apuntaba los títulos, y corría a Amazonas o Quilca a ver si le alcanzaba la plata. Por suerte nos queda el internet, o tal vez el internet tenga la culpa de esto.
En fin, hoy no tengo ganas de comprar el periódico.

Omar Viveros

Anónimo dijo...

En lo particular extraño el suplemento que salía los domingos en el diario de La República hace muchos años atrás. Hoy no existe ese tipo de bondades y uno tiene que conformarse con ler las noticias del día y punto. Una excepción honrosa que quizá se esta encaminando o tratando de salir de esta lacerante mediocridad es el semanario de Hildebrandt. Les recomiendo a quienes buscan una dósis de cultura en los diarios.

Anónimo dijo...

En lo particular extraño el suplemento que salía los domingos en el diario de La República hace muchos años atrás. Hoy no existe ese tipo de bondades y uno tiene que conformarse con ler las noticias del día y punto. Una excepción honrosa que quizá se esta encaminando o tratando de salir de esta lacerante mediocridad es el semanario de Hildebrandt. Les recomiendo a quienes buscan una dósis de cultura en los diarios.

Anónimo dijo...

Tu error consiste en creer que una cantidad de buenas críticas, estable en el tiempo, va a formar buenos lectores. Bueno, sí, tres o cuatro, con lo que los gatos aumentarían a ocho. ¿Algo como eso ha influido en el cine? Nunca. Más importante es el aparato de mercadeo y el control de la distribución.